El mensajero /chofer me llevó a la casa del Amo Oscar. Al entrar, encontré un uniforme de sirvienta puta e instrucciones. Me puse el uniforme y fui a la cocina a cuatro patas, tal como se me indicaba. Allí encontré más instrucciones, debía preparar copas, poner botellas de champagne en cubiteras, y preparar canapés porque se daría una fiesta. Todo esto lo podría hacer de pié aunque sería difícil, porque mi uniforme consistía en delantal blanco, cofia negra, ligueros, medias, zapatos tacón de aguja, grilletes en ambos pies, separados por una cadena algo corta…obligándome a caminar como las geishas japonesas… Tendría que ser muy hábil y cuidadosa. Hice todo lo que se me pidió, no sin antes caerme varias veces, golpearme fuertemente y hacerme un desastre el uniforme. Para colmo, en la cocina no había paños, ni bayetas y el agua de la cocina estaba cortada así que no pude limpiar el delantal. Se me ocurrió la brillante idea de ir a buscar mi ropa al vestíbulo pero no la encontré, había desaparecido, ¡estaba desnuda en una casa ajena! ¿Qué diría mi nuevo Amo de esto? Nunca había sido tan torpe, estaba mortificada.
En eso apareció El Señor…
-Bueno bueno bueno…mi nueva putita está hecha un cuadro…
-Por favor le pido que me dé otro delantal, dije yo… ¡Plafff! Me dio una bofetada en plena cara.
Yo caí de rodillas con las lágrimas cayendo sobre mi mejilla latiente…
-¿Quién te ha dado permiso para hablar puta? Te viene muy bien tener el delantal sucio, eres una guarra hasta en eso.
-Quiero que sepas, que aceptándote como sumisa estoy poniendo mi reputación en juego. Nunca he tenido una perra tan torpe, ni tan guarra, ni con ese coño apestoso a cloaca que tienes.
Si el interés de este hombre era hacerme sentir como una piltrafa, lo estaba logrando. Nunca me había sentido tan pequeña, tan indefensa y tan vulgar. Para una mujer como yo, que se enorgullece de usar los mejores artículos de perfumería, que El me dijera que el coño me apestaba a cloaca, era una gran humillación.
-Bueno, mucha charla con una simple puta, lleva lo que has preparado al salón y quédate allí en posición de espera, pronto llegarán mis invitados.
Yo obedecí sumisamente. Estaba realmente sorprendida de cómo este hombre lograba de mi tal sumisión. Yo que siempre había sido tan mandona, tan fuerte, encargada de tomar grandes decisiones y de dirigir a otras personas, era la misma que estaba siendo tratada mucho pero mucho peor que al más bajo de mis empleados.
Comenzaron a llegar los invitados y nadie reparaba en mi, era como si no existiera. Justo antes de que tocara el timbre el primer invitado, vino el Amo Oscar y me puso a cuatro patas con un cristal encima para que sirviera como mesa y con la bandeja de las copas encima. Todos venían a tomar su copa, sin reparar en que el pié de la mesa era humano. En pocos minutos la bandeja se vació y El Amo me dijo que dejara mi puesto para ir a la cocina a por más champagne que se había acabado el de las cubiteras y la gente estaba seca. Comencé a levantarme, y de lo cansados que tenía los brazos y las rodillas más la cadena y los grilletes que me martirizaban los pies, trastabillé un poco con el cristal agarrado sobre mi cabeza. No sabía que alguien había puesto una copa vacía hasta que la oí caer y romperse. El Amo se dio la vuelta al oír el cristal y me miró fijamente y con disgusto.
-Cuenta los trozos de cristal roto puta, me dijo fríamente.
Puse el cristal y la bandeja a un lado y me arrodillé a contar los trocitos, 1, 2, 3…20 trocitos de cristal en total.
-Bien, 20 trozos. Anda y trae tu propia fusta, aspirante a Ama frustrada.
Yo que no sabía exactamente dónde estaba la fusta, dudé un poco….- ¡Ahora, no en tres años! Me gritó.
Tropezando y cayéndome, fui a buscar la fusta pero no la encontré. Regresé al salón y con la cabeza baja y roja de vergüenza dije…
-No la encuentro Señor…
-¡Claro que no la encuentras puta tonta del culo, si no te he dicho dónde está!
Risas ahogadas recorrieron el salón.
-Pero si tampoco me preguntas, ¿Cómo crees que te vas a enterar? Aprendiz de sumisa
-Perdóneme Señor, ¿Dónde está la fusta?
-Aquí…
Sacó su mano derecha de detrás de la espalda y me dio el primer golpe.
-Zorra, ahora quiero que cuentes y agradezcas cada uno de los golpes que recibas. Son resultado de tu ineptitud y convenientes para tu buena educación.
-1 gracias Mi Señor por educarme, 2 gracias Mi Señor por educarme, 3 gracias Mi Señor por educarme…20 gracias Mi Señor por educarme.
Al terminar de azotarme, mis ojos estaban llenos de lágrimas y todo el cuerpo me ardía. No había dejado ni un solo lugar de mi piel sin azotar. Las caras de los invitados iban desde el asombro hasta la sádica perversión. Era un grupo mixto muy elegantemente vestidos y sin ninguna pinta de pertenecer al mundo BDSM, al menos las mujeres. Precisamente a las mujeres se dirigió El Amo al terminar conmigo, diciendo.
-Siento señoras que hayan tenido que presenciar semejante espectáculo, pero esta perra es nueva y aún no está domesticada. Es muy torpe y salvaje y no tiene claro cual es su posición en el mundo. De lo que sí estoy seguro es que es muy puta y eso os lo comprobaré ahora mismo.
-Ponte a cuatro patas perra y abre bien las patas traseras.
Lo hice inmediatamente y en cuanto estuve puesta, introdujo dos dedos en mi vagina.
-Lo sabía, empapada como una bestia en celo.
-Discúlpenme señoras por haberlas hecho compartir el espacio con una bestia como esta. Si les preocupan sus maridos, tranquilas. Doy fe de que jamás se rebajarían a siquiera mirar a una perra tan baja y arrastrada como esta.
En mi cara se notaba la mezcla de sensaciones y emociones por la que estaba pasando. Por un lado estaba avergonzadísima por todo lo que había pasado delante de esa gente, por las palabras del Amo, por todo lo que me había puesto a hacer. Y por otro lado estaba cachonda perdida porque todo eso me excitaba mucho. Estaba descubriendo mi nueva personalidad sumisa, y lo mucho que me gustaba sentirme vejada, humillada y abusada por ese hombre.
Estaba a punto de reventar en un orgasmo, porque mientras el decía esas palabras a las señoras allí presentes, seguía manipulando mi coño. Los jugos de mi coño bajaban por mi pierna y según el manipulaba se oía un plof plof, dejando saber lo mojada que estaba. Cuando terminó de hablar, puso su mano cerca de mi boca y yo tuve que lamer mis propios jugos de su mano. Cuando la mano estuvo seca me mandó a la cocina por más champagne.
Fui tropezando hasta la cocina, y cuando estuve de regreso en el salón, se oían risas divertidas. Me acerco al televisor que había en el salón, y me doy cuenta que el motivo de las risas es un video grabado de mi, esa misma tarde mientras preparaba todo para la fiesta. El video mostraba todo, cómo me había desempeñado en la cocina, cada tropezón, cada golpe, cada mancha en el delantal, etc.
No podía aguantar más la humillación. Dejé el champagne sobre una mesa de madera que había, y discretamente me fui a la cocina a llorar. Había pasado una media hora cuando escuché unos pasos firmes entrar en la cocina.
-¿Estás ahí hermosa?
-Has estado estupenda.
¿Hermosa, estupenda? Yo no entendía nada. El Amo se acercó con un pañuelo en las manos y secó mis lagrimas. Abrió las cerraduras de los grilletes, me quitó el uniforme entero y me alzó en sus brazos para llevarme hasta su habitación. Me dejó allí en la cama y me dijo que esperara quieta. Se fue hacia el baño y unos segundos más tarde escuché el agua correr. El Amo volvió a la habitación me alzó en brazos de nuevo y me llevó a la enorme bañera que tenía. Me dejó suavemente dentro del agua que ya tenía bastante espuma y olor a Verbena…Se quitó la ropa y se metió a la bañera conmigo. Yo seguía aturdida y el me abrazó haciendo que comenzara a llorar con sollozos.
-Ya pequeña, has estado genial. Todo ha terminado por hoy.
Yo no podía hablar del llanto y el besaba mi cara, me abrazaba, sonreía, lavaba mi pelo…se comportaba completamente diferente a lo que había sido hasta ahora. Cuando por fin pude hablar, le di las gracias…
-No hermosa mía, gracias a ti. No sé como has soportado tanto, tienes mucho aguante. Tenía que descubrir cuál era tu límite de humillación, y no sólo no lo he descubierto aún, sino que también me has hecho quedar muy bien delante de todos, tanto ayer como hoy. Has aguantado como una señora todas mis humillaciones. Estoy orgulloso de ti, creo que he hecho una buena elección al escogerte como mi nueva sumisa. Pero no te confíes, lo de hoy sólo ha sido el comienzo. Yo asentí aliviada y sintiéndome mucho mejor.
-¿Puedo hacer una pregunta Señor?
-Si dime preciosa.
-¿Por qué me dice sumisa y no esclava?
-Pues porque para que seas mi esclava tendrías que pasar muchas más cosas y además tendríamos que vivir juntos. No concibo la esclavitud, cada uno viviendo por su lado, ya que siendo mi esclava cedes tu voluntad a mi siempre hasta que uno de los dos se canse. Ahora es intermitente. Además no sé si tu podrás aguantar convertirte en esclava. He logrado que descubras tu carácter sumiso con muy poco, pero al punto de llegar a ser mi esclava, no estoy seguro aún, ya veremos. De momento ha estado bien, mañana te irás a tu casa y hasta el fin de semana que viene no volveré a disponer de mi puta.
-Pero Señor, Usted puede disponer de mi cuando quiera…
Empujó mi cabeza dentro del agua y me dejó allí unos segundos. Cuando me sacó, yo buscando aire como loca, me dijo…
-Te he dicho que no te confíes perra. Pide permiso para hablar o preguntar…SIEMPRE. Me parece que voy a tener que usar un "ball gag" contigo para que no hables tanto. Pero bueno, ¿Entonces puedo disponer de ti cuando quiera, por el tiempo que quiera?
-¿Puedo contestar Señor?
A ver, pareces tonta…Si te estoy preguntando algo, obviamente puedes contestar.
-Si Señor, puede disponer de mi cuando quiera, siempre que me llame con tiempo para que yo pueda dejar mis obligaciones delegadas en alguien y mi hija acomodada con mi madre. Será un placer que me use a su antojo.
-Bueno saberlo
Sin avisarme metió dos dedos en mi coño. –Seguimos calientes, ¿eh putita? Me agarró del pelo mojado y me levantó y con cuidado me sacó de la bañera y me llevó de nuevo a su habitación. Me paró delante del ventanal y abrió las persianas. No había notado que se oía música y risas provenientes de una fiesta en el jardín de la casa de atrás de la del Señor. El abrió la persiana y con eso, todos los ojos se dirigieron a la ventana. El comenzó a tocarme los pechos, a manipularme los pezones, a pincharlos con los dedos fuertemente. Abrió la ventana para que pudieran oírme gemir. La gente de la fiesta no daban crédito a lo que estaba pasando, cómo se atrevía ese hombre a follar descaradamente en frente nuestro, pensaban muchos…
El Señor tenía la polla a tope, me empujó un poco hacia delante y me metió la polla en el culo de golpe…
-Aaaaaaaaaaaaaaagggggggggggggghhhhhhhhhhhhhh, grité con fuerza…
Me dolía una barbaridad pero al mismo tiempo quería más, aunque también me sentía avergonzada. ¿Cómo podía ser este el mismo hombre que hace un rato me lavaba el pelo cuidadosamente? Ese mismo hombre folló mi culo como un salvaje haciendo que la mezcla de dolor y placer me fueran anestesiando y cada vez mis gemidos fueran menos de dolor y más de puta salida. El sabía que mi clítoris estaría a reventar, así que me dijo en un volumen que lo pudieran oír los invitados a la fiesta del vecino…
- ¡Mastúrbate para tu Amo perra!
Así lo hice y al cabo de unos cuantos minutos nos corrimos los dos gritando como dos posesos… Al oír que me había corrido, me hizo que me arrodillara mirando su polla semi-flácida, y me la metió de golpe en la boca…se la chupé como la zorra que era…poco tiempo después se corrió en mi boca…
-¡Tragate toda mi leche perra! Ordenó mi Señor.
De golpe cerró las cortinas y dijo en voz alta…
-SE ACABÓ EL ESPECTÁCULO PERRA.
Me llevó a la cama y siguió besándome pero ahora con mucha ternura, yo cerré los ojos y el me besó apasionadamente…Esa noche, siguió haciéndome suya.
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