¡¡Cuantos días planeando¡¡ ¡¡Cuantas noches manteniendo la boca cerrada para poder mantener la sorpresa¡¡ y por fin … Allí estábamos , mi esclava y Yo, conduciendo por la carretera secundaria , después de una opípara comida en el hostal típico del pueblo y encaminándonos a lo más profundo del bosque , al paraje elegido por mí para la tan ansiada sesión al aire libre.
El marco es magnífico, el sólido edificio con los gruesos y desconchados muros flaqueado por los arboles centenario se silueteaba ante el claro horizonte de la magnífica tarde.
Mi esclava baja del coche y se despoja de la ropa, el ambiente es fresco pero el último sol de octubre aun calienta. Elijo un árbol de grueso tronco y dos ramas simétricas en ángulo crucífero y paso a paso comienzo la liturgia de las cuerdas…
Es como imaginé… ella excitada y gritando a cada azote, sin cortarse con los decibelios que fábrica su garganta y yo… temblando, la fusta en la mano y con los ojos brillando a cada azote…
La sesión prosigue, el sudor se acumula, los gritos arrecian y envueltos en la vorágine de carne y verdugones en la piel de mi esclava nos hemos olvidado de la hora.
El ocaso nos alcanza y precipitadamente recogemos el herramental de placer y dolor para que la noche cerrada no nos alcance por el camino. Mientras empaquetamos mis ojos capturan la expresión de terror de mi princesa mientras mira atrás. El edificio silente deja escapar de sus ventanas superiores una luz tan brillante como la de un neón potente y claro.
Curiosos y con el miedo en el cuerpo subimos por la polvorienta escalera hasta alcanzar a vislumbrar lo que está ocurriendo en la habitación iluminada. No damos crédito a lo que vemos…
La bata blanca sobre corpiño de látex negro, una fusta en la mano y en la otra una enorme jeringa con liquido color rubí que refulgía en contraste con la fuerte luz cenital de una lámpara quirúrgica.
Con un ademan seguro inyectó el contenido de la jeringa en los brazos de los cadáveres, hombre y mujer que al momento de sentir el fluido por sus venas cobraron vida y belleza, y aunque pálidos y con los rostros teñidos de la sombra de la muerte exclamaros los dos a la vez con monocorde entonación:: A su servicio Mi Ama…
No paramos de correr hasta llegar a la autopista… no hablamos en todo el recorrido, no sé que estaría pensando mi esclava pero yo pensaba en…
Que maravillosa camarada ¡¡¡ Que excelsa y sobrenatural AMA dejaba atrás y cuanto daría por aprender el secreto de revivir la carne muerta para convertirla en espíritu a mi servicio…
FIN
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